Menos dramas, hombres y mujeres de Dios, ya nos vale la llorera. José Antonio llevaba un temporada así como que no. Vamos, unas cuantas. Por lo menos por estos pagos madrileños. Porque el zagal quiere y pone de su parte, pero no han rodado las cosas. Y eso el ánimo lo nota. Hombre sensible. Dejémosle que se tome un descansito, o dos, allá en su tierra. Ya son veinte años de alternativa y no puede ser, que uno no es de piedra. Ya vale de tanta foto, tanto selfie y tanto gritito de niña pija buscando amarre. Eso no hay Morante que lo aguante.

Que sí, que las razones en teoría son otras, pero vamos, no se lo tengamos en cuenta. Sobre todo hay que desconectar, José Antonio. Di que sí.

Morante no se sentía cómodo

Y el resto, de paso, aprendemos en el rincón de pensar. Nos está bien empleado. Ya nos había pasado antes con otros de su corte. Todavía uno se acuerda de cómo Joselito (“El Verdadero”) nos la jugó a más de dos y de tres pagafantas en la Maestranza hace diecinueve ejercicios cuando copaba todas las portadas y nos tenía a todos agilipollados. No nos lo creíamos de vuelta a casa en el AVE. Pero a quién no se la ha metido doblada alguna rubia de la misma manera y cerquita de casa. Tolais, que os pensáis que esto es llegar y gol en las Gaunas.

O el mismo Morante en las Ventas y en Zaragoza. Por fanáticos. Y por calzonazos del arte puro. Mira que alisarle el ruedo sabiendo que iban a salir toros “en contra del arte” escogidos por él mismo. Vaya fallo.

O anunciarle la(s) tarde(s) que él quiere, con el dinero que él quiere, con los compis que él quiere… es que no puede ser. Así se le quita la afición a cualquiera. Normal que se retire.

Y qué me dicen de esos novilleros por los que él tanto ha luchado y que ahora dirán: “pues si este se quita tres veces tratándole como le han tratado… ¿Qué estamos haciendo aquí?”. Ante todo, ejemplo de constancia para los que empiezan con ilusión. Imperdonable.

Que no pasa nada hombre, que va a volver. Y si no, se nos pasará pronto, fijo. Con la cantidad de afición que hay y lo súper unidos que estamos los taurinos, ya veréis lo pronto que se nos olvida la tontería y somos conscientes de la poca falta que nos hacía un matador como José Antonio: torero de los que llevan a gusto la púrpura, de los que saben aceptar la responsabilidad, de los que se anuncian en Bilbao y una semana antes… como si no lo hubiéramos visto antes.

A las primeras de cambio, como nuevos. Que sí. Nos vamos a la filmoteca ahí a Amor de Dios a ver una serie de vídeos antológicos de aquello que llamaban tauromaquia o a torear de salón a la Casa de Campo a escondidas de la Carmena.

Estamos tranquilos, José Antonio, porque aunque los toreros que quedan no te llegan ni a toser en duende y pellizco, hay muchísimas figuras comprometidas, unidas. Gente que va a hacer lo indescriptible por remar en la misma dirección que tú, buscar el toro bravo, con emoción, los carteles atractivos, novedosos y sobre todo, dejarlo todo bien dispuesto para cuando vuelvas a sentir el gusanillo del arte en el estomaguillo, el bolsillo o allá donde los egos y tus amigos pelotas te dejen estar.

Lo que sucede es que a lo mejor, cuando nuestro admirado José Antonio se vuelva a aburrir, esta vez en su casa, puede que sea demasiado tarde y la tela se la tenga que buscar de otra manera. Qué se yo: anunciando puros, escribiendo sus memorias flamencas, de técnico del ayuntamiento de riegos con manguera... Eso sí, todo lo que haga Morante tendrá arte. Un arte del que nos ilusionamos muchos a la hora de soltar la guita y cuyas gotas desparramadas nos hizo más felices. Agradecidos estaremos, siempre, que conste. Eso sí, a partir de ahora nos vemos en los bares, maestro.