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Muchas veces, cuando hablamos de la tauromaquia, tenemos la equivocación de reducirla a las principales ferias, las figuras del toreo o las principales casas empresariales, entre otras cosas. Pero no podemos olvidarnos que el origen de todo esto, está en los festejos de plazas de tercera categoría y en las conocidas como “corridas de los pueblos”. Desde mi más humilde punto de vista, si nos cargamos esta tauromaquia de los pueblos o de los festejos populares, estamos haciendo un flaco favor a la tauromaquia y será el inicio de su desaparición.
Viendo unas estadísticas sobre la evolución del número de festejos taurinos celebrados en los últimos años, hay una serie de datos preocupantes. Es verdad que el número de espectáculos en las plazas de importancia, no han sufrido muchas variaciones, pero la curva desciende drásticamente a más de la mitad, en el número de festejos celebrados en plazas de tercera categoría. Hace años estos cosos, eran el lugar donde se daban a conocer los diestros jóvenes que querían abrirse hueco en este mundo. Ahora todo esto ha cambiado por completo y muchos toreros jóvenes, la mayoría de ellos muy pocos placeados, tienen que jugárselo a una sola carta en un plaza que le desborda y un toro descomunal, todo esto provoca que las opciones de éxito sean mínimas. Este problema se produce tanto en los matadores de toros, como en los del escalafón inferior.
Antes cuando existía el “boom” en la celebración de festejos, en estas plazas de tercera categoría, se tiraba la casa por la ventana sin tener en cuenta las consecuencias que ello tendría. En esos años se celebraba un número de festejos, desproporcionado y en la mayoría de ellos acudían máximas figuras del torero cuando esto nunca había sido así. En resumidas cuentas, estos tenían una serie de costes descomunales, que en los tiempos actuales, serian imposibles de soportar. Esto ha provocado que en muchas de estas plazas, se ha optado por una severa reducción, tanto en el número como en la calidad de los espectáculos. Por no hablar de muchos pueblos históricos, que llevan algunos años sin celebrar festejo alguno. No pequeño el número de pueblo, que han pasado de dar corridas con tres figuras y la plaza a rebosar, a celebrar una serie de espectáculos en estos tiempos muy de moda, como son los “tentaderos benéficos” o “clases prácticas” con cuatro gatos en los tendidos.
Actualmente salvo un número muy reducido de empresarios, con cierta solvencia económica, es muy complicado poder programar una corrida de toros en una plaza de tercera categoría, sin ningún tipo de ayuda económica por parte del ayuntamiento. No solamente por lo que cobran los espadas y los ganaderos, sino por todos los otros gastos que conlleva la celebración de un festejo taurino (ambulancia, médicos, “el piso de plaza”, impuestos, etc.). Deben llegar a un pacto todo el sector de la tauromaquia, para hacer este espectáculo viable por lo menos económicamente, sino muy poca gesto va a querer emprender en este mundo, en un futuro no muy lejano.
En este aspecto nos vuelve a dar otro ejemplo nuestro vecino, el país galo. Si miramos la evolución del número de festejos celebrados en las diferentes plazas, prácticamente no han sufrido variación en las dos últimas décadas. Ahí saben muy bien lo que cada plaza quiere, los costes que pueden soportar y sobre todo una cosa muy importante, saben el gusto de la afición que acude a cada plaza de toros. No toda la gente que acude a las plazas de toros en Francia, tienen el mismo gusto, de ahí la diversidad de espectáculo que podemos presenciar. Esto último en España es imposible, muy pocas veces escuchan a los aficionados y se les hace partícipe de la elaboración de los festejos. Si esto se gestiona así de bien en las plazas del país galo, dejando a un lado las principales plazas y ferias llevadas por grandes casas empresariales, las gestiones de estos pequeños cosos son llevadas por diferentes Comisiones de Aficionados sin ningún tipo de interés oculto o de necesidad de cambio de cromos, muy común en nuestro país. Los que finalmente van a ser que pasen por taquillas, programan y confeccionan lo que quieren ver el día de la corrida. ¡Qué diferencia con lo que sucede en España!, donde no nos tienen en cuenta para nada y solamente nos acordamos de el, para que se dejen su dinero para ver un espectáculo en la mayoría de los casos bochornoso. Esta idea de Comisiones de Aficionados, es impensable que se puedan producir en todas las plazas. ¿Hoy imagináis el caos que sería el gestionar la temporada de la Plaza de toros de Madrid, por los aficionados?, seria literalmente imposible, eso no quiere decir que las empresas que hayan al frente de ellas, deban tener en cuenta su opinión o gustos. Yo lo que si deseo que en las plazas de pequeña categoría, donde se celebran uno o dos festejos al año, ahí sí que tienen cabida los aficionados en la confección de los carteles.
Con este pequeño artículo lo único que pretendía, era dar una visión de cómo se encontraba el mundo de la tauromaquia, dejando un poco al lado, lo que constantemente vemos en los diferentes medios de comunicación especializados del sector. Ya vemos muchos artículos sobre los anti taurinos, la Fundación Toro de Lidia o sobre los retos de la nueva temporada. Solamente he querido dar una visión sobre cómo se está reduciendo el número de espectáculo en las plazas de tercera categoría. Solo decir para terminar que dentro de unos años no me gustaría hablar que esta reducción ha afectado también a las plazas de primera categoría. ¿Os imagináis que la Feria de San Isidro, se redujera a un único festejo el día de patrón, o una sola corrida de toros en Pamplona el siete de julio?, pues empiecen a actuar si no quieren lamentarse en un futuro.
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