Toreaba Carlos Arruza una corrida en Madrid. Toros de la afamada ganaderia de Pablo Romero.
En su segundo toro, una montaña de color blanco y negro, Arruza quiso mostrar al público de Madrid su entonces nuevo pase de la arrucina, pero el burel punteaba del lado izquierdo y era imposible realizar el pase.
Un gracioso, que había estado molestando a Carlos toda la tarde le gritó: -oye, tú, el asunto ese del telefonito que según esto lo hiciste una vez, haber si lo puedes hacer con este toro- el aficionado se refería a un adorno que Arruza hizo en Valladolid. Cierta vez Carlos vio una foto vieja de un torero llamado Reverte, que había descansado su codo en el testuz del toro como adorno. Cuando Carlos estaba toreando un toro de aparente poco peligro, si es que hay tal cosa, puso su codo en el testuz del toro y esto causó sensación llamándole los periódicos como el teléfono.
Ahora enfrente de este toro Pablo Romero la situación era un poco diferente. Carlos esperó cuando el toro estaba dominado por su poderosa muleta y parecía estar un tanto confuse…. puso su codo en medio de los pitones del toro ante la sorprendente actitud de la gente que parecía no creer lo acontecido.
Mató al toro de una estocada y caminando hacia el burladero, vio al gracioso que le habia estado molestado y le dijo -a sus ordenes señor-
Y así nació el adorno del teléfono que inclusive hoy en día lo usan toreros de a caballo para dar más realce a sus faenas.
Adorno de arte y dominio el teléfono del ciclón de los ruedos, Carlos Arruza.