Nos adentramos en el mes de mayo, ese en el que se celebra la feria más importante y larga del mundo, San Isidro, y nos pilla con el paso cambiado. Una realidad que no parece preocupar mucho cuando es de una contundencia digna de un análisis profundo.

No son estas letras para entrar de lleno en ese análisis necesario, pero si para poner de manifiesto la realidad del axioma. San Isidro está ahí, a la vuelta de la esquina y jamás nos habíamos enfrentado a él con tantas evidencias, y todas contrarias al deseo de que la Fiesta esté en su mejor momento. Por el contrario, parece estar en uno de los peores.

Esconderemos la cabeza bajo el ala pero llega la gran feria y resulta que en sus carteles faltan varios toreros que, por distintas razones, deberían de estar. No está José Tomás que es el que más podría tirar del carro del interés general; no está Ponce que hace tiempo que le hace ascos a esta feria, quién podría imaginar ese desprecio de una figura en tiempos pasados; no está Juli por razones de unos derechos de televisión que han aflorado en el peor momento; no está Juan Mora que hace un año era el paradigma de la torería y lo bien hecho. Estas ausencias, junto a otras, dejan descafeinada la feria de las ferias. A esto se le puede llamar estar con el paso cambiado en el momento oportuno.

Los citados derechos de la televisión, exigidos por un grupo de toreros han revolucionado, para mal, las relaciones con las empresas, incluso con los aficionados, quienes han optado por limar las contrataciones ante la necesidad imperiosa de pagar incluso por los toreros que no están en sus ferias. Insólito proceder que ha pillado a todos con el paso cambiado. Estos toreros, por edad, no hicieron la mili y mucho que se les nota a este pelotón la falta de sincronización en su caminar.

El conjunto de todos estos factores, unidos a la evidente pérdida de casta en las ganaderías que habitual y generalmente se lidian a petición de las figuras, ha determinado el desinterés de los públicos, que hartos de tanto aburrimiento dejan las plazas vacías, se ha visto en Sevilla. Lo achacan a la crisis económica, que también hará su mella, pero lo cierto es que se está convirtiendo en un espectáculo que no interesa ni a quienes otrora se llamaban aficionados.

La guinda ha llegado a Las Ventas, codiciada plaza para tener y gozar de un abono para toda la vida. Desde tiempo que ya no recordamos, han quedado abonos pendientes de renovar y después de vender. ¡¡Insólita situación!! La reacción ante esa falta de ganas de acudir a la plaza será la misma, la de achacarle a la crisis general el problema, pero al ver ‘la mota en el ojo ajeno’ dejarán de ver ‘la viga en el propio’.

Por eso sabemos que todo esto les ha pillado con el paso cambiado y en su terquedad lo mantienen sin cambiar. El problema está dentro, en el mantenimiento del tratamiento de figuras a quienes solo matan toros de las ganaderías de mazapán, en encumbrar a toreros que torean con las piernas escondidas y con otro tipo de ventajas. Si esos son los parámetros seguiremos con el paso cambiado. Ese que ha llevado inexorablemente a dejar abonos sin vender en las taquillas de Las Ventas. No se precisa mayor ejemplo. Hasta hace nada había serias peleas por conseguirlos.

En OyT no nos ha pasado ni nos pasará lo mismo. Desde nuestro nacimiento enarbolamos en nuestra cabecera un único objetivo, claro y bien definido: Toro íntegro y Toreo auténtico. La única medicina que puede salvar a este paciente.