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Esto se acabó, pero no quiere decir que las cosas se terminen para siempre. Todos los que hemos participado en Opinión y Toros seguro que continuaremos reivindicando la fiesta en que creemos, unos intentarán seguir queriendo sentirse parte de esto, a lo mejor pensando que lo mejor es seguir la corriente de la mayoría, otros mostrando fidelidad a su torero, a su amigo; a otros les bastará con sentirse fieles a si mismos y leales a la fiesta de los toros. Permítanme muy mucho que dude de que Antolín Castro vaya a apartarse, ya verán como no. Y que así sea. Han sido muchos años de eso que se dice “un no parar”. Puede estar orgulloso de dónde ha dejado a Opinión y Toros. Sin esconder su criterio, sus preferencias, sus gustos y quizá sus fobias, si es que las ha tenido, pero dejando libertad absoluta. Yo puedo hablar por mí, que así ha sido. Generoso con el trabajo de cada uno, sin dar una palmada en la espalda jamás, pero demostrando lo que él valoraba las cosas. Yo empecé hace diez años y desde aquel primer día solo puedo decir que se me ha permitido vivir la fiesta de los toros como yo la he entendido siempre, que cuando lo necesité me apoyó, que cuándo los momentos no eran los mejores estuvo ahí y agarrado a esto de los toros, tiré para adelante en todos los sentidos.
Soñamos con ello en OyT y seguiremos soñando con la autenticidad En este tiempo hemos vivido muchas cosas, no todas buenas, pero eso no dependía de nosotros, más bien eran los de la arena los que nos dictaban nuestros escritos, mis dibujos, pero sin que el director quisiera variar el rumbo de las opiniones de ningún modo. Que difícil ha tenido que ser aglutinar a tantos colaboradores cada uno de un encaste diferente, juampedros, núñez y hasta alguno minoritario, pero al final el conjunto salía parejo y sin escaleras. Lo normal en estos casos es mirar atrás y pensar que ya se acabó todo, pero quizá haya que mirar atrás y ver lo que se ha dejado, lo hecho, lo conseguido y, mirando al frente, hinchar el pecho, echar andar y soltar un “ahí queda eso”. Y no me voy a poner a escoger momentos taurinos, porque sería un ingenuo pretender encerrar en unas líneas diez años de entusiasmo, de carreras después de los toros, de pensar en la imagen que mereciera dibujarse, del titular, de si el par de banderillas desde este o desde el otro punto de vista, si el muletazo fue mejor que la verónica. Solo intenté plasmar toreo, ni más, ni menos. Yo, como un colaborador más, solo puedo sentir agradecimiento y satisfacción de haber participado en esta aventura en la que me acogió Antolín Castro y estar preparado para las que vengan por delante, porque al final, y así lo veo yo, solo hemos cubierto una etapa más.
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