José Garrido, un novillero más que una promesa

-Sin duda, como digo, todo un suceso lo tuyo José. ¿De dónde te viene esa casta torera?

El único ascendente que tengo en la familia era mi abuelo que llegó a ser banderillero. Pero nadie más. Mi padre es un gran aficionado, pero ahí queda la cosa. No sé, quizás que, por aquellos de los genes y acordándome de mi abuelo, posiblemente venga por ahí mi vena torera.

-Pudiste haber sido cualquier cosa pero, como hemos podido ver, elegiste la profesión más dura del mundo. Por cierto, ¿has palpado ya esa dureza?

Elegí ser torero como usted dice y, hasta este momento todo ha confabulado para que yo sea feliz, hasta el punto de vivir en una nube. Debuté el pasado año con caballos y, en esta temporada que ha terminado he logrado éxitos inenarrables; triunfos que, si alguien me los hubiese pronosticado quizás que no le hubiese creído.

-O sea que, viéndote a ti, a tenor de lo que han sido tus resultados, muy pronto podemos comprender que, si se quiere, se puede. ¿Digo bien?

Muchos quieren y no lo logran por distintas razones, por eso yo me considero un afortunado. Debuté con caballos el año pasado y, en estos momentos ya estoy pensando en la alternativa.

Recibiendo al novillo rodilla en tierra

-Una carrera meteórica la tuya, ¿verdad?

Yo diría que normal. Dos años toreando con caballos, al margen de toda mi preparación como becerrista, creo que es el tiempo suficiente para dar ese paso importantísimo por aquello de convertirme en matador de toros.

-No tengo rubor en confesarte, Garrido, que lo tuyo en este año ha sido espectacular; sales por la Puerta del Príncipe en Sevilla, te repiten y casi que llenaste La Maestranza. ¿No quedamos en que no hay afición?

Afición siempre la habrá cuando ésta vea que le ofrecen un espectáculo único y diferente, razón por la que como usted dice, congregamos, yo diría que la mejor entrada de Sevilla en todo el año. Y quizás por eso, veníamos de lograr un triunfo apoteósico en La Maestranza, razón para que en la repetición la gente abarrotara el coso. Como digo, creo que dichos festejos en que actué estaba suficientemente teñidos de interés para que la gente acudiera a la plaza.

-Todo eso está muy bien, José, pero no es la tónica dominante en el mundo de las novilladas. ¿No crees?

Es cierto. Pero lo que ocurrió en Sevilla, de poder hacerse las cosas en las demás plazas como en el coso maestrante, posiblemente hubiese pasado lo mismo; dos novilleros salen por la puerta grande, en el caso de Sevilla, por la Puerta del Príncipe y, si les repites en la semana siguiente, el éxito está servido por aquello de la expectación lograda.

Con la muleta por estatuarios

-A tenor de lo que dices, quiero pensar que el problema de la fiesta de los toros no es otro que la falta de interés ¿verdad?

Y esa responsabilidad nos compete a los protagonistas de la fiesta; si el aficionado entiende que hay rivalidad, competencia, creatividad; vamos que si somos capaces de crear expectación, el triunfo lo tenemos asegurado.

-Treinta y tres han sido tus actuaciones, justamente, los años de Cristo. No está nada mal. Por cierto, ¿con qué tarde te quedas?

Como usted decía, he tenido tardes realmente bonitas; Valencia, Sevilla, Madrid, varias en Francia, la de Lisboa,  Bilbao… es cierto que, sin duda alguna, la de Bilbao tuvo mucha repercusión; no desdeño de ninguna, pero esa actuación la llevo dentro de mi alma.

-Yo quería enfatizarte sobre esa tarde que, para mi fortuna, fui testigo presencial del gran espectáculo que nos diste. Triunfar en terna es difícil, pero hacerlo matando seis toros es mucho más complicado porque, como sabes, para llevar a cabo dicha proeza hace falta un repertorio fantástico, unas condiciones especialísimas que, en un novillero, todavía nos parecen más difíciles y, en tu caso, sobrepasaste todas las expectativas y, sinceramente, creo que todavía vamos “toreando” los aficionados por las calles al recordarte. ¿Eras consciente de la tremenda responsabilidad que contraías al firmar esa actuación?

Si, si, lo tenía clarísimo. Yo sabía de todo lo que era capaz de hacer; que los toros me lo permitieran era algo que estaba por ver; pero yo era consciente de todo lo que quería hacer que, como se comprobó, creo que me vacié por completo, de ahí el éxito logrado.

Pase de pecho del pacense

-Sin duda, tu triunfo más relevante y, lo que es mejor, el éxito más sonado a lo largo de la temporada; digamos que, de alguna manera, pienso que eclipsaste a todos tus compañeros.

Deje que le diga que yo siento un gran respeto por todos los compañeros, pero no es menos cierto que, cuando me visto de torero no tengo “piedad” con nadie; es decir, voy a lo mío que, como se comprenderá no es otra cosa que triunfar por lo grande.

-España, Francia, Portugal, Perú, digamos que ha sido una temporada completísima. En Lima no te ayudaron los toros, en España y Francia has triunfado por lo grande pero, ¿cómo se dio esa actuación tuyo en Campo Pequeño, en Lisboa?

Fantástica. Di varias vueltas al ruedo que, como usted sabe, allí es el máximo premio que un diestro puede lograr. Me sentí inmensamente feliz.

-Oye, matador: Tengo una curiosidad. En Bilbao, tu tarde más redonda, según mi parecer, hasta pusiste banderillas. ¿Te aconsejó tu maestro, Antonio Ferrera, que las pusieras?

Yo creo que los consejos son válidos en la calle, en los entrenamientos, pero cuando uno está solo en la plaza echa mano de su creatividad sin percatarse de nada ni de nadie y, eso me sucedió a mí en Bilbao, como en todas las plazas en que he toreado.

Garrido siempre dando la cara

-Tú mismo te has puesto el listón muy alto. Al parecer ya está todo preparado para que tomes la alternativa en el año próximo. De verdad, ¿te sientes preparado para dar ese paso tan trascendental?

Por supuesto; es más, me lo pide el cuerpo. Me he sentido muy a gusto con los novillos pero, como usted decía, tras lo de Bilbao, me sentí preparadísimo; vamos que, por momentos, ante los novillos, sentía que me faltaba “toro”, razón por la que hemos decidido que, si Dios quiere será en los albores de la temporada próxima.

-¿Dónde y cuándo?

Estamos barajando distintas posibilidades y, creo que todas son válidas; es algo que tenemos que decidir. Hemos pensado en Olivenza, Valencia o Sevilla, sin duda que una de estas plazas que le he comentado será el escenario perfecto para este acontecimiento que, como entenderá me tiene muy ilusionado.

-No sabes el cartel todavía.

De momento no. Pero si Dios quiere será todo un acontecimiento, como es mi más grande ilusión.

Madrid también conoció el triunfo de José Garrido