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Hay costumbres que superan el hábito, que son fuente de algo, es decir, son su fundamento o principio. Ir al toro es una de las costumbres más sanas que me hayan inculcado en casa, justo porque no se trata solamente de repetir la acción por repetirla, de ir por ir; es algo más que eso, es un hábito sustentado en la convicción generada por la tauromaquia aun con todas las incertidumbres que puedan tenerse, generadas de la naturaleza de este arte.
Esa costumbre se encarga de regular el pulso de mis días, ahora por ejemplo llega la época de la temporada novilleril en Hidrotermápolis, encargada de rematar el invierno y ligarnos a la Feria Nacional de San Marcos durante la primavera, en esas tardes atiborradas de sol que pareciera nos dejan sin aire, esas de jolgorio en las que no se distingue el límite de un día a otro. Ya serán, de momento es tiempo de volver a casa, como cada año, como siempre.
 Foto archivo
La suerte ya está echada, volvamos pues a la Sanmarqueña donde viven nuestros amores, volvamos para no perder la dulce costumbre de construirse en ella, vayamos de esperanza y oro; ojalá esta temporada logremos equiparar nuestra capacidad de asombro con nuestra visión crítica del toro y todo lo que le rodea. Foto archivo
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