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Quinta novillada sin picadores de la Temporada Novilleril
2017 “Soñadores de Gloria” de la
Monumental Plaza de Toros México. En tarde que fue de lo soleado a la noche
cerrada ventosa y fría, pasando por la amenaza de lluvia, se lidiaron ocho
novillos de Marco Garfias ante una
entrada pobre (unas dos mil quinientas personas). Los novillos cumplieron a
cabalidad en presencia, y en cuanto a juego fueron encastados y complicados,
destacando por buenos los lidiados en primero y cuarto lugar. A la segunda
mitad de la novillada le hizo mucha falta ir al caballo. Actuaron los
siguientes novilleros. Sebastián Ibelles: ovación en el tercio, y palmas. José María Mendoza: silencio tras aviso, y palmas tras dos avisos. Mauricio Medina: pitos tras tres avisos, y palmas tras aviso. Roberto Román: oreja y oreja. Roberto Román tiene todo por delante Quizás sea arriesgado afirmar que las novilladas sin
picadores ofrecieron una suerte de standard sobre en qué nivel se encuentran
nuestros novilleros mexicanos formados toreando en México. Todos hicieron su
esfuerzo, mostraron su entrega y sus carencias, sus virtudes y sus defectos, y
dejaron a la vista un panorama acorde al sitio en el que están. A pesar de lo
natural del asunto, no deja de ser alarmante la falta de oportunidades a la que
se enfrentan estos chicos, y cómo ello podría truncar sus aspiraciones, al
mismo tiempo que al futuro taurino de México. Por arriba del standard, además
de los toreros con fuelle en España y mayor rodaje que actuarán el próximo
domingo, se encuentran el valor, la entrega a carta cabal, y la interpretación
taurina de Roberto Román.
Los novillos de Marco
Garfias, bien presentados incluso hasta el menos rematado de ellos, se
fueron muy arriba dada su casta, y la falta del puyazo y la pelea con el
caballo. Sebastián Ibelles pudo
hacer frente a las dificultades con cierta fortuna, incluso luciendo por
momentos con su lote. Lo mismo a Conspirador
–n. 27, 402 kg.-, que a Estandarte –n.
43, 400 kg.- los toreó sobresalientemente por doblones, y después ligó por la
mano derecha. Sin embargo al primero había que embarcarlo muy adelante y
llevarlo toreado hasta allá, mientras que el segundo muy pronto desarrolló
sentido y dejó de tragarse los pases. Además de sus buenas maneras quedó
patente su disposición, cosa que agradeció la concurrencia. Al primero lo mató
de estocada entera tras pinchazo, y al quinto con más dificultades, por lo que
saludó en el tercio en aquella ocasión, sin repetir color en la otra. A Sebastián Ibelles se le adivinan facultades José María Mendoza se llevó el peor lote, y a la vez se la vio con
condiciones climáticas dificilísimas. El segundo, Libertador –n. 23, 324 kg.- fue un manso de libro al que no pudo
fijar en la muleta ni sacarle pases. Con la espada estuvo poco eficaz y escuchó
un aviso. Insurgente –n. 15, 401 kg.-
hizo quinto de la función. Fue un novillo duro y exigente, pegajoso, que no le
permitió respiros al joven espada. Este echó pa’lante con dignidad, solventando
la papeleta con recursos y condición física. A pesar de que no logró someter,
solo se llevó un achuchón producto del brutal vendaval que lo molestó toda la
lidia, evidencia de lo adecuado de su actuación con un utrero que hizo sentir
el peligro. Tampoco pudo matar con prontitud y escuchó dos avisos.
José María Mendoza pasó por una dura tarde de aprendizaje Al joven Mauricio
Medina no le rodaron bien las cosas en su vuelta al gran coso. Patriota –n. 20, 410 kg.-, colorado de
bella lámina, no se empleó durante su lidia, ni acudió a los toques con
prontitud. El michoacano supo estar en el ruedo con idea clara de lo que había
que hacer, y supo pisar los terrenos correctos para extraer algunas arrancadas
sin que ello le retribuyera en lucimiento. Con la espada armó un auténtico
mitin que le valió una fuerte reprimenda del público tras tres avisos. Y es que
si el domingo pasado Enrique Braun puso
a la gente del lado de los chicos tocando los avisos con puntualidad inglesa,
en este festejo Jesús Morales logró
lo contrario enviándolos a destiempo.
Independentista –n. 44, 397 kg.- fue otro novillo que actuó como un
toro crudo de principio a fin, poniendo todo cuesta arriba para un chico muy
nuevo, que apenas pudo defenderse ante una embestida violenta y rebrincada. Se
llevó un enorme golpe en el muslo que toda la plaza dio por cornada, incluso el
director de lidia, que salió a tirarse a matar. Después de señalar un primer
pinchazo, el espada en turno volvió al ruedo para matar de estocada después de
varios pinchazos y con un aviso a cuestas. Y ni se diga Mauricio Medina Roberto Román, de Aguascalientes, cobró una onza a su favor
basado en las mejores cualidades que un chico en plena formación puede ofrecer:
su disposición, su valor, su arrojo, sus ganas de ser torero, y su idea del
toreo que lo despega definitivamente del resto de los chicos. El primero de su
lote fue Victorioso –n. 21, 423 kg.-,
un precioso novillo de muy buen juego, que de picarse quizás hubiera roto a
extraordinario. El torero transmitió desde los lances de recibo, de los que un
par fueron honestamente sensacionales, además de una gran revolera a mano
cambiada. Al quite toreó de espaldas desahogando por bajo con el mismo
lucimiento de la semana pasada, aunque a la hora del remate de rodillas se
llevó un achuchón.
Con la muleta logró momentos de auténtico calado,
sobre todo por el lado derecho, aunque por el izquierdo también templó muy
largo aprovechando el viaje del toro. Es natural que la formación técnica de
los jóvenes, a pesar de su solidez, aún no sea su punto fuerte. En lo que a
Román respecta, tendió a echarse a Victorioso
encima. Aunque el trasteo vino a menos, no dejó de conectar con el tendido
sin echar mano de bisuterías ni excentricidades, sino simplemente estando variado y en
torero, una cualidad que nadie vende ni enseña. Mató de un pinchazo y un
estoconazo metido en la misma cuna, atravesado y calando a la res, pero de
efectos mortales. La sobresaliente ejecución motivó la fuerte petición que el
juez atendió, a pesar de que el torero debió guardarse el premio por la
división de opiniones. El de Aguas gustó y se gustó El cierraplaza de la maratónica jornada fue Trigarante –n. 37, 399 kg.-, un novillo
altísimo y basto que estuvo en la línea de sus cuatro hermanos lidiados en la
segunda parte del festejo: inteligente, esperando, probando, e indefinido; en
resumen, una papeleta nada fácil. En lidiador estuvo Roberto Román, una faceta nada cotidiana en un novillero tan joven.
Desde la brega caminando caminando hacia atrás fue notoria la idea de hacerse del novillo como sustento de la faena, además de los doblones de inicio. Tras de un
intermedio de atención médica por las molestias en una mano y algún
desconcierto ante la dificultad de la papeleta, llegó el momento de la firmeza,
el toque adecuado, y la mano baja, exigiendo del toro la entrega que no tenía.
Por lado derecho vino la ligazón, brusca, seca, mandona, y lidiadora.
Aunque el lucimiento no fue excesivo, vaya que lo
fue el mérito, y así lo entendió la Plaza México, que, a pesar de alguna
opinión discordante, respetó la labor del menudo hidrocálido. No solo logró
Roberto el silencio en el coso, sino también la ovación cerrada que se desgranó
a la par de sus procedimientos mientras buscaba la igualada. Se perfiló sorprendentemente
largo para todos en la plaza, dado que esperábamos un volapié. En cambio
obtuvimos una estocada recibiendo tremendamente ejecutada, con el novillo
vencido, siempre exponiendo, siempre con verdad. La gente se entregó y la
cosecha fue una oreja más, y la segunda salida a hombros del serial. Y le plantó cara con firmeza a la prueba de fuego La novillería no es un pozo seco. Están estos chicos que necesitan festejos para crecer, para desarrollarse taurinamente, y que en
el caso de Roberto Román se los ha
ganado por merecimientos propios en nuestro coso más importante.
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