Una brega limpia y eficaz de José Daniel Ruano

Hace un par de días el mundo estaba al borde de la hecatombe, un presidente riguroso negó una oreja en la plaza de Madrid y el día de los ibanes, otro, nada riguroso, se ha puesto manos a la obra y entre él y los picarones mulilleros de las Ventas han regalado una orejita a Francisco José Espada. Pero esto que a nadie le vendría mal, igual al fuenlabreño le viene como calzarse unas botas tres números más pequeñas. Que ni él mismo se lo creía; parecía darse perfecta cuenta del regalo y además ha tenido que pasear el despojo entre los pitos y palmas de tango del respetable. Estará satisfecho don Justo Polo del ratito que le ha hecho pasar al chaval, aunque igual eso le importa poco, él bastante hacía con salvarse a si mismo, no fuera a ser que le pasara lo que al señor Magán. Pero don Justo ya tiene escamas y si hay que sacar un pañuelo de más, se saca. O quizá estemos equivocados y la oreja fue por la forma en que José Daniel Ruano sacó del caballo a ese tercero, y que con unos capotazos justos y medidos lo volvió a poner en suerte para el segundo puyazo. Pero si no es así, será muy posible que su matador, Francisco José Espada, crea que a veces se puede vivir la benevolencia como condena.