Con un cuarto de entrada se han lidiado novillos de Ruiz Meléndez, justos de presencia y de buen juego en líneas generales.
Raúl Martin Burgos, oreja en ambos
Martin Ferrer, palmas y dos orejas
Víctor Losa, palmas y dos orejas.
Segundo y último festejo de la feria de Almagro donde otra vez se volvió a comprobar la poca afluencia de público en los tendidos. Una corrida de rejones que empezó con media hora de retraso y que tuvo dos partes. En la primera se vivieron momentos que mejor olvidar, como ver a alguno de los actuantes pedir sus propios trofeos o esa fea costumbre de alentar al público con los caballos para que las peticiones de trofeos crezcan, sobre todo si su actuación ha sido completamente irrelevante, cuando no, poco decorosa.
Comportamientos que no se deben permitir y que quitan categoría a quien los hace, estamos hablando de profesionales del toro y en una plaza, y ante un público que no merecen que se les tome por lo que no son. En la segunda mitad del festejo se dejó ver un poco más de seriedad y también de un marcado triunfalismo que llevó a los tres rejoneadores a hombros.
Martín Burgos hizo lo mejor de la tarde Abrió plaza Raúl Martin Burgos, sin duda la actuación más firme y con más fortuna, también, todo hay que decirlo con muchos más paseíllos que sus compañeros y eso se notó. Hizo las cosas muy bien, acertado al clavar, con una buena cuadra que le respondió y en comunicación continua con el tendido. Un público al que llegó más en el cuarto con esas corbetas tan jaleadas y ese par a dos manos. Una lástima que malograra sus dos faenas con el de muerte, de no haber sido así hubiera paseado algún trofeo más, con todo se llevó una oreja en cada toro que le abrieron la Puerta Grande.
Martin Ferrer entró por la vía de la sustitución en el cartel por la reciente lesión de Oscar Mota en Ciudad Real la pasada semana, rejoneador al que brindó su primer novillo. La voluntad y las ganas de agradar se vieron lastradas por las carencias y la falta de experiencia del malagueño. Las pasadas en falso se sucedieron y las banderillas y los de castigo no siempre estuvieron bien colocados. Recibió palmas en su primero provocadas al salir por su cuenta a saludar desde el tercio.
Con el quinto vivió un momento más dulce, con más acierto y más conexión con el público teniendo además la fortuna de colocar un efectivo rejón de muerte ante un toro completamente paralizado que le valió el corte de dos más que generosas orejas.
Cerro el cartel Víctor Losa que al igual que Martín estuvo mejor en el último de la tarde, de su primero poco bueno que reseñar solo el final de su labor a lomos del caballo Príncipe que lucía el hierro de la casa de Diego Ventura, un caballo con mucho corazón. Mejor en el último al que desorejó quebrando bien en la cara del astado. Efectivo y muy correcto, mostrando una buena cuadra y una falta de rodaje propia de cualquier joven rejoneador.
Foto: Teresa Torres
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