Cada vez que al partido Socialista ha llegado al poder, sin lugar a dudas, se han hecho notar. Desdichadamente, este partido, de forma aberrante, suele complacer a la inmensa minoría de diversos colectivos y, como no podía ser de otro modo, el mundo gay, está de enhorabuena con estos mandatarios. Ese Gobierno que ha votado la clase obrera para sentirse arropados, al fin y a la postre, lo único que se les ocurre, como algo trascendental, es que los maricones puedan casarse y, lo que es peor, adoptar un niño.
  Un Gobierno, como se presupone, tiene tareas más nobles que llevar cabo, aunque, al parecer, les subyuga la sin razón de algunos colectivos como el referido gay que, por los gritos que lanzan, sólo por eso, son escuchados y atendidos. Como diría el otro, es de progre avanzados estar con estos colectivos y, mientras tanto, a la clase obrera que les ha votado, a éstos, que les parta un rayo. La moda, desdichadamente, como vemos todos los días de nuestra existencia, es eso; ser maricón y, si encima, eres gracioso, es entonces cuando recibes todas las bendiciones habidas y por haber; hasta las televisiones enloquecen cuando encuentran un maricón. Al paso que vamos, como se demuestra, está tomando más vigencia que nunca aquel viejo chiste que decía así: “Mamá, - le dice el hijo a su madre- tengo algo grave que confesarte” A lo que la madre le responde; “No temas hijo, que para eso soy tu madre; lo que me cuentes, lo entenderé y, por supuesto, te ayudaré”. El hijo, a bocajarro, le dice a su madre: “Es que, mamá, tengo que confesarte que me gustan las mujeres. A lo que la madre le dice a su hijo querido: “Eso si es una desgracia, hijo mío”
  O sea que, parodiando al chiste, en estos momentos, que a un hombre le guste una mujer, ya suena como raro. ¡Hasta donde hemos llegado¡ Si nuestros abuelos levantaran la cabeza, se morían del soponcio, claro.
  A lo largo de la historia, como todos sabemos, han existido maricones en todos los confines del mundo; y hemos convivido con ellos, les hemos respetado y, la misma sociedad en su conjunto, es la que les ha ayudado; ahí tenemos a miles de enfermos de Sida, todos maricones y, la sociedad se ha hecho cargo de su enfermedad y, nadie ha dicho nada; ni un solo reparo se les ha puesto: se les considera enfermos y, la procedencia de la enfermedad, a nadie le ha importado. Se les ha procurado darles el tratamiento adecuado, todo ello, con cargo al sudor de todos los españoles. Ahora, sin embargo, como explico, el Gobierno, atentando contra la madre Naturaleza, permite la aberración de que dos hombres se casen y, no contentos con ello, para colmo, que adopten a un niño. Alguien debería de poner remedio a un tema que, se nos escapa de las manos. Un niño, por regla natural, es inocente como para que se le haga semejante putada, máxime, cuando existen miles de matrimonios, hombre y mujer, dispuestos a adoptar a un ser desvalido. Si dos maricones adoptan un niño, vaya papeleta la del chico cuando, en el colegio, le pregunten por su madre.
  Tenemos un Gobierno socialista, justamente, esos hombres y mujeres que, recibieron el SI en las urnas porque, como antes decía, la clase obrera quería sentirse amparada por unas gentes que, como decían en época electoral, estaban con y para el pueblo y, vaya error el que cometimos en las urnas puesto que, nos han engañado como a chinos. En vez de preocuparse por los que les votaron, rompen lanzas a favor de los maricones, les permiten casarse y nos muestran, semejante argumento, como el mayor de sus logros. Así nos va a los “normales”. Entrecomillo lo de normales porque, dentro de cinco minutos, entre otras cosas, los que nos gusten las señoras, pasaremos a ser vistos como anormales o bichos raros.
  Mientras el Gobierno socialista se ufana de sus logros, entre ellos y de mayor relevancia, complacer a los maricones, los impuestos siguen subiendo, los carburantes disparan sus precios, cientos de empresas cierran sus puertas, otras se marchan al extranjero, miles de personas se quedan sin empleo, cientos de miles de inmigrantes se sienten engañados ante las promesas que se les hicieron respecto a su legalización en España, miles de médicos interinos se quedan sin sus puestos de trabajo y, mientras tanto, nos sentimos triunfadores al legalizar los matrimonios homosexuales. A este paso, en España, dentro de muy poco tiempo, que un hombre y una mujer se quieran, pasará a ser un delito; ya lo veremos. ¿Hasta donde vamos a llegar con tanta incongruencia? El tiempo, como juez inapelable, nos lo dirá.