Termina a penas la temporada europea y debuta ya con penas la americana. Las lecturas de las crónicas de nuestros compañeros mexicanos en sus primeras ferias como la de Pachuca (Hidalgo), revelan ya y muy temprano, del irrespeto e impunidad de varios empresarios y del mundillo contra la integridad que tendría que regir la Fiesta. Toros anovillados y triunfalismo obligado son la norma. Y eso que no han aun llegado los toreros “europeos” punteros.
Ya saben, los que imponen en casi todas las plazas el novillo despuntado. Los que piensan que ir por las Américas en otoño e invierno es como salir de vacaciones. Los mismos que ven como se delita la tauromaquia en las Américas, en México, Ecuador y ahora Colombia, que le piden estos días al primer mandatario colombiano que haga algo para la plaza de Bogotá, como inocentes que no son. Los mismos que pensaban que Francia era sinónimo de fiesta ligera como su champan, y que se podía ir aquí de paseíto por eso de que son figuras a las que hay que ceder cualquier caprichito.
Pues que se lo digan a dos de la cita con el presidente Santos: a Sebastián Castella que ya casi no torea en su propio país o a El Juli que “tuiteó” como sabemos insultando un periodista galo y a través él al público francés (el acusado era el de Dax el pasado 9 de septiembre) por eso de que ya no le piden orejitas como antes.
Pues parece que por lo menos en Francia, como lo indicó indirectamente El Juli en su “tuit”, que las cosas cambiaron paulatinamente y que su afición, ella por lo menos, ha recapacitado un poco. Entonces, ¿por qué aun no reacciona en México y más allá en las Américas?La afición de Dax reaccionó contra los prepotentes (09/09/12)–Foto JC Olvera
Ta vez porque sus aficionados no se reúnen como en Francia, tan claramente como una comunidad de identidad fuerte a través de las peñas, clubes y asociaciones taurinas. Ahí se reciben a diario a toreros, ganaderos, empresarios, periodistas y artistas taurinos, ahora que llega el invierno taurino. Y se reúnen en las ciudades de las plazas taurinas más importantes del país (Nimes, Bayona, Arles, Dax o Céret y otras) y hasta en ciudades sin plazas de toros como Paris, Marsella, Montpellier, Burdeos o Tolosa.
Así, por una parte la afición presiona y hasta influenza al mundillo directivo y por otra hace pedagogía, tanto para la joven afición que para aficionados ocasionales de buena voluntad.
De las Américas, en los más de 4 años que viví en México y sin menospreciar la afición defeña, nunca asistí, y eso que me hubiera gustado, a la tertulia de una corrida y tan solo participé en una reunión de aficionados en la colonia Roma cuando se recibió a Jerónimo, el del elegante capote inspirado.
Por lo menos sabemos en Francia que esas actividades invernales en las peñas explican por sí solas algunos éxitos veraniegos de la temporada francesa. De los que ponen de relieve a ganaderías de encastes raros o a toreros de pocos gabinetes pero de mucha ética. Como los que han triunfado en algunas de nuestras principales ferias: Javier Castaño en la Pentecostés de Nimes (Miura), Fernando Robleño en el Céret-de-Toros o Alberto Aguilar en Dax (ambos con ‘Escolares’).
Como aquí, el poder de cambiar este rumbo lo tiene también la afición. No solo está condenada a pagar y callar. Pero para cambiar el rumbo hay que darse la pena de tomar el poder. Sea aquí o en las Américas. Porque de no ser así, de poco podemos quejarnos. De lo contrario, mucho más podemos ganar o justo reconquistar. Que ya es mucho.