Son muchas las ocasiones, en las que me planteo que sería de la fiesta y de nosotros, si no estuviéramos gobernados por personas completamente diferentes a lo que realmente es un aficionado taurino.
Es decir, en estos días he observado en la plaza de toros de Vistalegre, dos acciones que me han puesto a cavilar, sobre porqué este tipo de gente son los que dirigen en cierto modo todo lo que acontece en el ruedo.
En la primera de las acciones, observé como un grupo de personas, entre los que se encontraban, el Presidente de dicho festejo que por cierto era una novillada, el asesor del mismo, el veterinario y la escolta que llevaba dicho presidente, que por cierto era tan amplia que tuve dudas de si lo que iba a presenciar era un espectáculo taurino o una manifestación en contra de alguna de las muchas causas que hay para revindicar.
El deambular de estas personas, por el callejón de la plaza cubierta, era una imagen más propia de una tragedia que de un espectáculo lúdico, el rictus que gastaba el presidente, por cierto también habitual de la plaza de Toros de Madrid, estaba más cerca de una detención hacía cualquiera de aquellos que nos cruzábamos con él, que el de simplemente dirigir un festejo taurino, que como cualquier otro espectáculo, debe desarrollarse según vayan sucediendo los acontecimientos y nunca llevar una predisposición de seriedad, -en el sentido de severo- e incluso de amargura como si lo que allí se fuera a ver, resultara penoso antes de empezar.
Todo esto además, se me acentuó mucho más a los pocos días en otra novillada, celebrada en el mismo coso, en la que pude ver, que no sólo el presidente del festejo gasta esas malas caras y malos gestos, sino que me encontré durante el festejo a un personaje en el callejón de la plaza, que creo debe ser el delegado gubernativo y que estuvo todo el festejo lanzando advertencias con malas formas y malos gestos a los toreros y cuadrillas, para que no se le ocurriera a nadie salirse de la línea recta, que no olvidemos nos trazan gente que no tienen nada que ver con el mundo del toro, pero que por lo que se ve, se leen los libros muy bien y los quieren cumplir al pie de la letra, en un espectáculo en el que no debería haber reglas tan estrictas en el momento de la lidia, puesto que es un arte y como tal se debe desarrollar y la improvisación forma parte del festejo.
No sólo, ese delegado daba voces y amenazaba a las cuadrillas con las sanciones; incluso un portero, sí un portero de los que cortan entradas, por cierto bastante pelota con el delegado, animando cual “ultra” de un equipo de fútbol, increpaba también junto al delegado a las cuadrillas. Total, una lástima. Yo creo que uno de los más graves problemas que tiene el toreo, hoy por hoy, es estar dirigido por gentes que no tienen nada que ver con este mundo. Y que donde deberían ser firmes y recios no lo son, como ocurre en los reconocimientos, dejando pasar toros desmochados en múltiples de corridas; así, que nos dejen de controlar el espectáculo cuando ya esta desarrollándose y controlen antes de empezar, que es ahí donde todavía hay solución.
Y que la FIESTA TAURINA, la dirijan los taurinos capacitados y que nunca se olvide nadie, que es una FIESTA y no un penal.