LLUVIA, CABALLOS Y OREJAS - Artículo de OPINIONYTOROS.com :: Noticias, información y opinión sobre tauromaquia, toreros y corridas de toros

S.I.18.- Tercera tarde de rejones en San Isidro y poco ha faltado para que se suspendiera el festejo. Poco ha faltado antes de comenzar, también tras el tercero y todavía hubo ocasión de suspenderla tras la muerte del cuarto. Finalmente no se suspendió. En esta feria el agua es un elemento hasta positivo, ya sean novilladas, corridas y rejones.

Un buen encierro del Capea y su esposa, Carmen Lorenzo, ha contribuido a que la tarde se saldara con triunfos, menores si se quiere pero triunfos al fin de la terna. Además, lo han conseguido con un ruedo que prácticamente era impracticable.

No les importó a los dos caballeros y la amazona asumir el riesgo añadido del estado del ruedo embarrado. Había llovido mucho antes de la hora, arreglaron como pudieron el ruedo tras quitar los plásticos y siete minutos después echaron para adelante con el paseillo.

Luego el navarro, el conquense y la francesa dieron todo, también sus caballos toreros, para continuar a pesar del diluvio que volvió en el tercero y se mantuvo hasta el final. Está visto que la lluvia no estaba contratada en este San Isidro pero finalmente es quien más veces ha hecho el paseíllo en Las Ventas.

Indulgente el público, indulgente también el palco, para con los toreros rejoneadores, pero no exentas sus actuaciones de momentos de auténtico toreo a caballo. No podemos decir que los trofeos, uno para cada uno, hayan sido literalmente un regalo. Méritos han hecho para ello.

Muy meritoria la actuación de Hermoso en el cuarto, el peor de la tarde, muy manso, al que terminó por convencer y llevar cosido a sus cabalgaduras.

Sergio Galán puede sentirse perjudicado al no concederle el palco la oreja que muchos pidieron en su segundo. Estuvo bien el castellano.

Lea Vicens fue la más bañada por la lluvia

Lea Vicens no se quiso quedar atrás y mejoró en el sexto su actuación del tercero. A ella le correspondió la mayor ración de lluvia de la tarde y asumió el reto con total solvencia.

Las orejas, quizá por aquello del orden, se concedieron en los toros segundo, cuarto y sexto. Se debieron de guardar en los toros impares para secar los pañuelos. Seguramente.

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