En otras palabras, todos quienes desean estar junto a lo que significa la tauromaquia, ponen la vida por delante, sin temor a perderla en un instante pues, de esta forma, pueden  cumplir con su gran afición a la mejor de las fiestas. Hasta aquí, creo que todo se justifica, pero eso sí, siempre tomando las precauciones del caso, ya que, en cualquier momento, puede ocurrir un accidente o, lo que es peor, una tragedia. Todo esto me lleva a decir, que admiro como el que más, a quienes se visten de luces o en traje campero en un ruedo, bajo la mirada de miles de aficionados, que acuden a las aposentadurías de los cosos taurinos. Esta situación no deja de alarmarme. Sobre todo, cuando se producen heridas graves en sus ojos, como lo ocurrido a dos grandes toreros que, si bien es cierto que no han perdido la vida, uno ha perdido la visión en uno de sus ojos, y otro, tiene pocas oportunidades de que eso no ocurra. Visión que es tan importante para cualquier ser humano vivo. Me refiero a Juan José Padilla y a Paco Ureña.

Juan José Padilla. Foto Internet

Juan José Padilla, fue herido durante la feria del Pilar en Zaragoza, en el tercio de banderillas del cuarto toro. El parte facultativo aseveró que se trató de "una herida por asta de toro en la región craneofacial, que afecta al órgano auditivo y visual de pronóstico muy grave". Paco Ureña, sufrió una herida por asta de toro en su ojo izquierdo, en la feria de Albacete. Los facultativos han indicado que “tiene una rotura en el globo ocular y varias lesiones importantes en el interior del ojo”. ¿Se trata de algo que tienen que hacer los toreros para demostrar su profesionalismo o su valor? ¿Se trata del verdadero peligro que tiene el toro bravo? ¿Se trata de que nadie puede impedir que esto suceda, pese a la falta de atención médica inmediata, como ocurre en algunas ocasiones? ¿Quién puede obligar a que apenas suceda alguna herida por asta de toro, tienen la obligación de ser llevados de inmediato a la enfermería de la plaza?

Muchas son las preguntas que cualquier aficionado tiene ante estas lamentables situaciones pero, son preguntas que alguien tiene que hacerlo. Ante este dilema, trataré de cumplir la función del “abogado del Diablo”, para poder analizar con un poco más de profundidad el tema. Nuestro Director Antolín Castro, sobre el mismo tema señala en su editorial que tiene como título “ENTEREZA, EXCESO o INSENSATEZ”, que considera que deberían ser los médicos de plaza los que deberían tener la autoridad, para que de inmediato, sean llevados a la enfermería. Respetando todo lo dicho por él y, estando totalmente de acuerdo, solo me permitiría decir, que la presidencia de plaza debería ser quien disponga el traslado inmediato de un torero que caiga herido en el coso durante un festejo taurino que lo presida. Ya que, de acuerdo a los cánones taurinos, es la principal autoridad de todo lo que ocurra en el ruedo.

Paco Ureña. Foto Internet

Sin embargo, cuando uno mira lo ocurrido en videos o fotografías, aparte de sentir orgullo por el valor y la entereza de los toreros, llegan a mi mente recuerdos de estos “seres raros”,  que se burlan y gozan del daño sufrido, manteniendo su enferma mente a favor de los animales. Nada debería llamarnos la atención de lo que hacen estos enfermos mentales enemigos de la tauromaquia pues, conocemos a fondo sus malignas intenciones pero, pese a ello, lamentamos mucho que en un planeta tan maravilloso como la Tierra, existan seres humanos que, en realidad, por su falta de capacidad mental, disfrutan  y gozan de actos inhumanos ocurridos a otros seres humanos. Como viejo docente universitario, que ha mirado de cerca a jóvenes que han realizado hechos, muchas veces casi imposible para llegar a ser alguien de valor en esta vida, ratifico simplemente, que todo lo malo que estos “seres raros” realizan en contra de otros, no es sino, una total falta de educación que, los seres racionales conocemos, que se lo obtiene en el hogar y, señalan como única solución, la pertenencia a lo que tanto llaman como la “estupidez humana”.